El diccionario de la lengua española define literatura como el conjunto de obras que versan sobre una determinada materia. Conocemos por lo tanto literatura médica, jurídica, arquitectónica…

De todos es conocido que existe una literatura en materia preventiva o de prevención de riesgos laborales, de la que me siento orgulloso de poder participar como autor, pero el concepto de obra que versa sobre los riesgos laborales se asimila a un libro puramente académico, técnico, de compleja lectura y nada atractivo para el lector.

La literatura preventiva debería ser un referente de la cultura preventiva, pero cuando hablamos de esta cultura no pretendemos crear una nueva, pretendemos educar para crear conciencia, adoptar nuevas conductas, actitudes responsables, una conciencia colectiva capaz de cambiar situaciones de riesgo, de involucrar a toda la sociedad para que desde cada individuo se interiorice el respeto por la salud a nivel particular y colectivo.

Este compromiso no se debe acotar al nivel de empresa y trabajadores, creo que es una filosofía de vida mucho más amplia, donde se debe incorporar a toda la sociedad.

¿No olvidamos de otros sectores de nuestra población al escribir sobre prevención?

La respuesta es sencilla, la mayoría de las veces escribimos sesudos tratados de prevención de técnicos para técnicos y nos olvidamos de los propios trabajadores, de los niños y niñas que en un futuro accederán al mercado laboral, de las personas que temporalmente no cuentan con un trabajo, de los que ya abandonaron el trabajo.

Nos olvidamos de una gran parte de nuestra sociedad y nos miramos nuestro ombligo. Además, lo afirmo con frustración personal, soy capaz de escribir un libro técnico, pero no soy capaz de escribir un libro que pueda llegar a los niños y niñas de primaria.

Esta frustración se convierte en alegría al descubrir una nueva literatura preventiva con autores de la calidad intelectual y personal como Joan Junyent Dalmases o Tomás García Castro.

Estos dos prevencionistas son capaces de transformar las empresas y la sociedad a través de las personas y de la literatura.

Novelas como “El gran silencio” donde Joan te hace sentir y pensar. Un accidente setecientos metros bajo tierra, el dolor, las lágrimas, las miradas, la vida del minero y del prevencionista.

Otro referente es “Más Allá del estrés”. Tomás retrata al mayor asesino de nuestro tiempo, un asesino que está en nuestra sociedad, en nosotros mismos: el estrés. Novela policiaca que nos hace ver los aspectos positivos y negativos del estrés en nuestra vida cotidiana y nos cambiará nuestra visión de la vida de los trabajadores de los cuerpos de seguridad.

“Gatos negros” es una novela diferente, fácil de leer, motivador y que atrapa al lector.

Los “Cuentos Masai Mara” son un placer para la creación de la cultura preventiva en los más pequeños, permitiendo a los padres y madres que hacemos de contadores de cuentos con nuestros vástagos orientar al cambio de actitud en prevención de riesgos.

No quiero terminar sin hablar de los libros de Manuel Roldán Pérez, prolífico autor, con títulos como “La seguridad en los refranes a las siete y media”, “La cuadratura del triángulo de fuego”, “y esto, ¿qué solución tiene”.

Seguro que me dejo algún autor o algún título en el tintero, pero sirvan los presentes a modo de ejemplo. OTRA FORMA DE HACER PREVENCIÓN ES POSIBLE.