La cuarta revolución industrial ha traído nuevos riesgos al ecosistema laboral, pero también nuevas vías de prevención.
El País – 9 SEP 2017 – 23:43 CEST
Llevamos millones de años usándolos. Al principio eran de roca y hueso, ahora los tenemos hasta de porcelana. Hemos tenido dos millones de años para que se nos metan en la cabeza los riesgos de andar por ahí con un cuchillo afilado. Dos millones de años después, la evolución no nos ha puesto caparazones de armadillo en las extremidades y se cortan hasta los carniceros.
«Los accidentes siguen ocurriendo, a pesar del uso de herramientas profesionales. Los trabajadores olvidan que llevan el cuchillo en la mano cuando van al baño o mientras sostienen una conversación…», recoge la Agencia Europea para la Seguridad y Salud en el Trabajo (EU-OSHA) en su último informe sobre tecnologías de supervisión. «Un simple sistema de geolocalización podría usarse para monitorizar la posición de los cuchillos y emitir una alerta cuando uno de ellos se sale del área restringida».
¿Estamos en ante un cambio de era? Evarist Llenas, responsable de prevención de Asepeyo, no diría tanto. «Se ha avanzado mucho en nuevos inventos y nuevas aplicaciones, pero sigue faltando la actitud. La tecnología que se ha incorporado a la prevención debería, mediante una mejora de la actitud, incorporarse a las empresas», sentencia.
No sólo hablamos de cuchillos con GPS. La EU-OSHA propone biosensores que determinen el nivel de estrés del trabajador, cámaras que registren la conducta de las fuerzas del orden, desfibriladores cardioversores implantables para corregir o prevenir arritmias severas, drones en lugar de trabajadores para actividades en altura, espacios confinados, aplicación de herbicidas y pesticidas, e incluso inspecciones de las condiciones de una infraestructura.
Esta explosión de tecnologías para salvaguardar la integridad de los trabajadores contrasta con la realidad española. En 2016, veinte años después de la entrada en vigor de la Ley de Prevención de Riesgos Laborales, los accidentes con baja en jornada de trabajo celebraron su cuarto año consecutivo de incremento, después de una década de descenso. Según los datos del Ministerio de Empleo y Seguridad Social, el año pasado se produjeron casi medio millón de incidentes de este tipo: 3.664 por cada 100.000 trabajadores.
¿Qué está fallando? «Hemos hecho mucha actividad preventiva pero nos queda muchísimo trabajo en concienciar realmente a empresarios y trabajadores. Y sobre todo en pymes», explica Llenas. La pequeña y mediana empresa ha sido el terreno menos fértil para las nuevas tecnologías de la prevención. «También es verdad que cada organización es un mundo con una cultura preventiva propia y existe gran disparidad», puntualiza Marc Borrell director ejecutivo de Ecommunicator. Su aplicación móvil para detectar y notificar caídas tiene ya más de mil usuarios en 150 empresas, la mayoría de ellas son multinacionales. «Nuestro país es uno de los lugares más seguros para trabajar. Pero no se puede bajar la guardia y el sector de prevención de riesgos laborales debe estar en constante alerta, ya que un simple trabajador herido ya es demasiado», advierte.
Caídas virtuales
Precisamente las «pérdidas de verticalidad» que Ecommunicator está entrenado para detectar fueron responsables de uno de cada diez accidentes laborales en 2016. El riesgo asociado a las caídas -que tampoco son un fenómeno reciente- también se nos resiste. Tanto es así que en Asepeyo han tenido que echar mano de nuevos remedios y recurrir a la realidad virtual como elemento de sensibilización para caídas de altura. «Con unas simples gafas conseguimos que alguien que habitualmente no nos escucharía viva la experiencia de una caída y que el mensaje quede interiorizado. Se aprende qué puede ocurrir y se toma conciencia de cuál sería el hábito correcto para prevenirlo», explica Llenas.
La propia EU-OSHA reconoce el potencial de la integración de la tecnología en la divulgación de medidas y hábitos preventivos. «Los beneficios principales del uso de TICS son alejar a los trabajadores de entornos peligrosos y prestar nuevas oportunidades para comunicar buenas prácticas en seguridad y salud laboral», recogen. Así, entre los nuevos remedios de Asepeyo figuran también simuladores de conducción de alta inmersión y herramientas de monitorización que registran y analizan la postura, identificando las que resultan forzadas y pueden generar un perjuicio a medio o largo plazo. “Los dolores musculo esqueléticos son un clásico, pero siguen avanzando», concluye Llenas.
Riesgos emergentes
Otro clásico son los riesgos asociados al desembarco de la tecnología -ordenadores, smartphones, tablets- en la esfera laboral: problemas de visión, dolores de cabeza, obesidad por la falta de actividad física, estrés, problemas de sueño, aislamiento social… Pero el reinado de las pantallas no es el único responsable de los nuevos peligros laborales.
A los bien conocidos riesgos del trabajo con determinadas sustancias químicas se ha sumado el misterio de los nanomateriales. Algunos de ellos liberan partículas y fibras que pueden ser inhaladas y generar problemas de salud. «Aquí falta mucho I+D. Se están utilizando los medios de protección, pero son partículas nuevas y sus efectos aún se están valorando», explica Llenas.
Con todo, el balance es positivo tanto para el responsable de prevención de Asepeyo, como para el director ejecutivo de Ecommunicator. «Existe todavía un gran camino por recorrer, pero es evidente que la tecnología se encuentra cada vez más presente y que las empresas y los responsables de PRL la están integrando en sus procesos de trabajo. La evolución de la tecnología es muy rápida y su aplicación seguirá creciendo, ya que sus ventajas son tan evidentes, que resulta prácticamente imposible no incorporarse a su progreso», asegura Borrell.